Escribí en mi libreta esta frase de la última película de Will Smith, King Richard o El método Richard:
“Pero sucede esto, cuando algo me interesa lo aprendo. Cómo funciona, cómo lo hacen los mejores del mundo”.
Will Smith interpreta al padre de las tenistas Venus y Serena Williams, Richard Williams, un señor bastante peculiar que diseñó un plan antes de que sus hijas nacieran para que fueran las mejores tenistas del mundo. El tipo es un genio, un poco extraño pero un genio al fin, me gustó la frase, la menciono en la carta de hoy porque me representa.
Cuando algo me interesa lo aprendo y me obsesiono: leo, descargo libros, veo vídeos, intento descifrar cómo lo hacen los mejores, cómo puedo llegar a ser como ellos dentro de mis limitaciones y mi realidad, claro, descubrir cómo puedo superarme a mí misma y hacerlo bien, para terminar satisfecha y menos obsesionada que al principio.
Los pongo en contexto, entre mis metas del año 2022 estaba inscribirme en un gimnasio. Corro y hago ejercicio en casa desde hace bastantes años, pero no sentía que era suficiente. Me inscribí con mi hermana y mi cuñado, en un plan familiar que terminó saliendo más barato de lo que pensé (lo manifesté y se hizo realidad, como dicen las chicas millonarias e influencers de Instagram) y empecé a estudiar.
Aprendí los nombres de los músculo, de la mayoría, de los que voy a entrenar, cómo usar las máquinas sin terminar humillada, con cuál peso iniciar, cuántas series, cuántas repeticiones, la división de las rutinas, el tiempo de recuperación entre series, los días de descanso a la semana. Un lenguaje desconocido en el que era una total ignorante, lo sigo siendo, pero ahora puedo fingir que sé lo que estoy haciendo porque aprendí la diferencia entre bíceps y tríceps.
He aprendido también sobre si los ejercicios cardiovasculares son buenos o malos, si se puede comer antes o después del entrenamiento y lo más importante: cómo no ser como las chicas de TikTok y terminar con esos leggings de Shein que se introducen con una perfección casi quirúrgica entre las nalgas.
Han pasado tres semanas desde que empecé y mis niveles de energía durante el día son sorprendentes, me siento más feliz, enfocada y motivada. Caigo en coma a las 10 de la noche a diario y tengo hambre todo el día, pero quitando esos pequeños detalles, el cambio ha sido fenomenal y estoy complacida. Parezco un libro de autoayuda, pero es verdad, nadie me patrocina, lo juro.
Esta semana escuché un podcast interesantísimo de Cristina Mitre (soy muy fan de su podcast) sobre la grasa localizada y me gustó mucho. Entre las cosas que recuerdo, es que resaltan la importancia de los entrenamientos de fuerza para la salud de los huesos, músculos y articulaciones, para cuidarnos de la osteoporosis y lograr tener una vejez saludable e independiente. Tengo casi 33 años así que pienso en la menopausia, en las arrugas, en que se te parta un hueso y que no tengas a nadie que te cuide y te lleve al baño, o en lo terrible que es caminar lentito, yo que ando corriendo como una loca, pa’ allá y pa’ aca todo el día.
Las últimas veces que salí a correr antes de la cirugía y antes de inscribirme al gimnasio, un señor de unos 60 años pasaba a diario por mi lado corriendo y me superaba, lo perdía de vista y cuando ya no podía más, él venía de regreso con esa misma sonrisa diabólica, saludándome el infeliz, con su pelo y barba blanca y unas piernas perfectas del tamaño de mi torso.
Es broma, el señor despertó en mí una admiración inmensa, quiero ser cómo ese señor a mis 60, a mis 70, me dije, quiero correr más rápido que los jóvenes y saludarlos con una sonrisa de satisfacción, para que se sientan humillados como yo me sentí.
Lo que hagas de los 30 años a los 40 años se verá reflejado de los 40 a los 50 años y así sucesivamente, lo dicen en el podcast. Es mucho más que la necesidad de estar delgado o verse mejor, siento que esta clase de decisiones, así como dejar el cigarrillo, el alcohol, comer saludable, ir a terapia, meditar, dormir por lo menos 7 horas diarias y bloquear a tus ex de las redes sociales, son actos puros e inteligentes de amor propio, muestras de amor incondicional hacia nosotros mismos y hacia nuestro cuerpito que nos acompañará hasta que nos coman los gusanos, como diría mi madre.
Me he terminado La Señora March de Virginia Feito, aunque no es mi estilo de lectura, me ha gustado mucho, es un libro que no quedará en mis mejores lecturas de la vida, pero sirvió para pasar el rato y entretenerme. El personaje principal está maravillosamente desarrollado, el narrador es cómplice de la locura y los pensamientos neuróticos de la protagonista. El libro te sumerge en una atmosfera oscura y obsesiva, te devoras las últimas páginas para descubrir el final. Puedes sentir odio o pena de la pobre Señora March, yo sentí mucha pena, por su relación con su madre, el perfeccionismo que la obliga a esconder su verdadera personalidad, la envidia enfermiza que la persigue y su intento constante de ser la mejor a costa de su felicidad.
Estoy terminando La promesa del alba de Romain Gary. No quiero terminar de leerlo porque sentiré un vacío gigante. Romain Gary fue un buen tipo, de esos que quieres que sea tu amigo para siempre, como dice en el Guardian entre el centeno: son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras. Me lo estoy leyendo lentito y sonrío todo el rato. Narra su vida y su relación con su madre. Cómo siendo muy pobre y pasando por muchas situaciones increíbles y miles de desgracias, terminó cumpliendo el sueño de su madre de ser escritor y además de eso: director de cine, guionista, diplomático, traductor, aviador, novelista y miembro de la Resistencia francesa. Un libro divertidísimo de superación, para mí, una obra de arte.
He leído más, perolas lecturas se las mostraré por Instagram con la respectiva fotito fabulosa que me tomará mi hermana mañana.
He visto tres películas que me han gustado, la primera El callejón de las almas perdidas o Nightmare Alley, amo cualquier película que protagonice Bradley Cooper, es una adaptación de la novela de William Lindsay Gresham, llevada al cine por primera vez por Edmund Goulding en 1947, el final me dejó en shock y creo que grité un par de veces mientras la veía.
La segunda es El proyecto Adam o The Adam Project, al igual que lo que me sucede con Bradley Cooper, toda película en la que actúe Ryan Reynolds me fascina. Siento que hacen las películas para él, para que pueda encajar ese personaje lleno de ironía y que no se calla ni un minuto, a lo Deadpool. Es una peli entretenida, para esos días en que llegas cansado y no quieres pensar.
Y la última, La peor persona del mundo, una peli noruega nominada al Oscar, básicamente es una chica (Julie) que está por cumplir 30 años y está bastante confundida con sus sueños y deseos, es chistoso que la describan en internet como: “su vida es un desastre existencial y su novio, Aksel, no la ayuda para mejorar su condición”. A mí me parece que todos fuimos y seguimos siendo un poco como Julie. El miedo de no saber qué hacer con tu vida, cómo cambian con el tiempo tus gustos en el amor o tus pasiones, lo divertido que es experimentar y lo doloroso que puede llegar a ser. Aprender a ser responsable de las acciones que tomas y todo lo que conlleva, madurar y mantenerse firme pese a las miradas desaprobación y de rechazo de los que te rodean. Los traumas familiares, cómo te marcan y te afectan durante toda la vida. Los corazones que rompes y las veces que te lo rompen a ti, en fin, la vida.
Así estoy hoy, como Julie, aprendiendo cosas distintas, como las diferencias entre el glúteo mayor y menor. Estoy segura que mañana me interesará otra cosa. Mientras tanto sigamos viviendo y fallando que de todo se aprende y es taaan bonito.
P.D: Ya por aquí somos más de 100 lectores, GRACIAS. La página web de Substack, me envió un correo felicitándome y un enlace a una entrevista de un señor americano que tiene miles de suscriptores. En la entrevista hablaba sobre sus inicios, cuando nadie nadie lo leía, él igual escribía y soñaba e imaginaba que lo leían millones de personas. Con constancia y perseverancia logró llegar a muchísimos suscritores y ahora se dedica a esto. Si soy sincera, no sueño con llegar a miles de personas, me da terror y se me quitan las ganas de escribir de los nervios. Aún no creo que seamos más de 100, GRACIAS de nuevo. Cien personas que me dedican un poquitín de su tiempo a leer mis cositas es lo más valioso que me pueden regalar y me siento complacida y feliz de pasar un sábado en mi habitación escribiéndoles para que me lean cuando puedan o quieran, que me cuenten que han visto las series, leído los libros o escuchado los podcast, que se sientan identificados con mis experiencias y mis dramones, es tan bonito que no tengo palabras para agradecerles, bueno sí tengo, las palabras que acabo de escribir.
Feliz domingo.
Los leo en comentarios.
Gracias gracias gracias.
Los quiero mucho.
Jani.
Bellísimo me encanto tus relatos del gym y los libros siempre me encantan no 100 te leera el mundo... 💖
Gracias de nuevo por un montón de recomendaciones!